GABRIEL MASFURROLL | “Los problemas lo son hasta que los asumes, después son circunstancias de tu vida y, a partir de ese momento, debes liderarla”

Hasta hace bien poco, aquello de que ‘la vida te puede cambiar de un momento para otro’ era poco más que una frase hecha para buena parte del mundo. La pandemia lo cambió todo y descubrimos muy a nuestro pesar, la atinada certeza de la afirmación a la que ya nadie se refiere como un dicho popular. Y la vida, obstinada, se empeña en ratificar que esa sabiduría de andar por casa está bañada de verdad. Que se lo digan a Gabriel Masfurroll (Barcelona, 1953), el empresario de éxito, el gran impulsor de la sanidad privada en España, el líder tranquilo, el acérrimo amante del deporte, el feliz abuelo de cuatro nietos y, ahora, a punto de cumplir 70, el paciente de cáncer que analiza el mundo y su vida con la clarividencia de quien sabe escuchar y escucharse en busca de la mejor versión de si mismo para afrontar otra nueva prueba de una vida, idílica a ojos extraños, pero muy peleada en primera persona.

Masfrurroll fue el primer entrevistado en PUENTIA. Volvemos de nuevo a él para seguir aprendiendo de liderazgo, de templanza, de vida y de cariño. Del que desprende y del que genera. Uno de esos regalos que conviene hacerse de vez en cuando.

PUENTIA: Pronto hará 3 años de nuestra primera charla, la primera entrevista de Puentia. Estábamos en la primera desescalada y creíamos que ya lo habíamos visto todo…

GABRIEL MASFURROLL: Los escaladores dicen que lo más difícil es llegar de vuelta al campamento base y a casa. Y ahora estamos en esto.

P: ¿Y qué tal lo estamos haciendo?

GM: Pues el que no sabe lo que busca cuando encuentra, no sabe lo que encuentra y eso es lo que le está pasando a nuestro mundo.

P: ¿Quién es hoy Gabriel Masfurroll?

GM: El ADN sigue siendo el mismo y la filiación también, pero en cuanto a madurez personal, he cambiado bastante. En estos 3 años han pasado casi 20. El Gabriel Masfurroll de ahora no es el de antes.

P: ¿Cómo es el de ahora?

GM: Una persona igual de intensa a nivel intelectual y curiosa que ha descubierto algo muy importante a raíz de una enfermedad, que es que la cabeza y el cuerpo debe ir de forma armónica porque, de no ser así, el desajuste es terrible.

Intento ser muy selectivo y priorizar. Ese es el Gabriel Masfurrol de ahora. Hace 3 años era hiperactivo, viviendo una vida intensa y una vorágine. Ahora soy un hiperactivo controlado.

P: Un hiperactivo con mucho tiempo para pensar

GM: Más que pensar lo que intento es reflexionar. Todos pensamos mucho, pero hay que reflexionar y llegar a conclusiones buenas para ti y para los que te rodean. Eso es a lo que estoy tratando de dedicarme ahora.

P: ¿Y has tenido la sensación de que esa fase reflexiva deberías haberla afrontado antes en tu vida?

GM: Le he dado vueltas a la pregunta sobre si me arrepiento de algo. Y he concluido que es probable que haya cometido errores y que, si ha sido así y he cometido errores que hayan podido dañar a alguien, lo siento y de eso me puedo llegar a arrepentir, pero lo pasado, pasado está. Lo importante es el hoy, el mañana y el futuro. Por ahí van mis reflexiones.

He tenido un pasado hiperintenso y me arrepiento de pocas cosas. Ha sido un pasado muy fructífero que me ha hecho madurar mucho y bien, me ha hecho más sabio y me permite afrontar mejor el futuro. La sabiduría solo se adquiere con la edad.

P: ¿Cómo afronta alguien acostumbrado a liderar una situación de tanta vulnerabilidad por la enfermedad?

GM: El liderazgo no se trata de sobreponerte a todo, destacar, sacar pecho y presumir. Es algo que uno no debe perder jamás. Cada uno en sus capacidades y en su medida. Yo fui diagnosticado de un cáncer de colon con metástasis en el hígado. Esto fue un shock importante e inesperado que me costó mucho aceptar. Lloré y lo pasé muy mal. Pero en la vida los problemas son problemas hasta que los asumes, cuando lo haces, son circunstancias de tu vida. A partir de ese momento lo que debes hacer es liderarla o coliderarla. Un líder solo no va a ningún sitio; debe ir de la mano de otros. En ese caso he tratado de coliderar la enfermedad con los profesionales que me tratan, con la familia y con amigos que no dejan de auparme y de animarme.

Lo que tengo claro es que la enfermedad la tengo yo. Es mi cuerpo, es mi vida y trato de coliderarla con los médicos y tomar las decisiones conjuntamente. Creo mucho en quienes me tratan, tengo plena confianza en ellos, pero las decisiones las tomamos juntos.

P: No todo el mundo lo entiende así

GM: Lo sé. Yo, que soy del sector, las he visto de todos los colores. Hay gente que prefiere quedarse en manos del médico y que tomen por ellos las decisiones y eso no es ni mejor ni peor; es muy respetable, pero, tal como soy yo quiero tener plena consciencia de lo que debo hacer, del por qué debo hacerlo y de sus consecuencias.

P: ¿Lo que te está tocando vivir te hace mejor profesional?

GM: Llevo más de 40 años en el sector y he visto muchos casos, muchos enfermos, muchas patologías, muchos tratamientos… y lo que ahora me ha pasado lo he podido adivinar, aunque es cierto que cuando eres paciente descubres muchas cosas que, por mucho que te cuenten, no te imaginarías nunca. Los cuatro últimos meses que he pasado no se los deseo a nadie.

Todos somos distintos y aunque cada día nos segmentan más, somos diferentes. La enfermedad no es igual para todos, ni tampoco los tratamientos o los efectos secundarios. Puedes dar recomendaciones, pero a todo el mundo le afectan de forma diferente. Hay un componente físico, fisiológico, mental, espiritual… Todos somos diferentes y cada uno debe gestionarlo a su manera para poder salir airoso y no es nada fácil.

P: ¿Un líder sabe ser un buen gregario?

GM: Todos somos lideres y todos gregarios. Los deportes me gustan mucho y en todos los deportes los unos necesitan de los otros. Muchas veces cambian los papeles y todos se ayudan. Juntos llegas más lejos que uno solo.

P: Amante del liderazgo de complicidad asegura que se basa en el conocimiento, la empatía, la paciencia, el respeto y la tolerancia, ¿cuántas de esas virtudes ha desplegado ahora como paciente?

GM: He llorado como hacía muchísimos años que no lloraba. He tenido tanto miedo como jamás había tenido. He tenido momentos de frustración y de desesperación creyendo que no iba a poder más y solo gracias al apoyo de la gente cercana, mi esposa, mis hijos, mis nietos… me han ayudado a sobreponerme a todo esto.

Soy muy emocional y sentimental y esto se ha agudizado, lo que me hace ver la importancia del sector en el que he trabajado toda mi vida. Además de curar, tenemos que cuidar y mimar. Tan importante es curar como cuidar y, a veces, por diferentes causas, no sucede. No ha sido un descubrimiento, pero ahora lo digo más convencido que nunca.

Cuando traspasas la puerta de un hospital y estás enfermo, estás muy asustado, estresado, angustiado y también tu entorno. Eso es terrible; de lo peor que te puede pasar. Por eso es tan importante tener un buen sistema sanitario con profesionales formados, con sensibilidad y con la capacidad emocional suficiente para gestionar las emociones de los pacientes.

P: “Una empresa sin alma es una empresa si vida” fue el titular de aquel primer encuentro entre Masfurroll y PUENTIA. Como firme defensor del trato humano, ¿crees que la Sanidad es mejorable en ese sentido?

GM: La demanda sanitaria crece exponencialmente, al igual que la esperanza de vida y la prevalencia de enfermedades, pero la oferta no crece igual y ahí hay desequilibrio.

Hoy hablamos mucho de Inteligencia Artificial y puede ayudar mucho, pero -llámame antiguo- creo que la inteligencia humana no tiene parangón. Recuerdo que mis abuelos o mis padres hablaban de artificial si no llegaba a la perfección y ahora le damos una relevancia a una inteligencia artificial como si fuera el maná. Va a desarrollarse mucho y bien pero siempre será un complemento de la inteligencia humana y, si no es así, estamos perdidos. Debemos ser muy cuidadosos.

Todo esto son herramientas que el ser humano debe utilizar para mejorar y no en sentido contrario.

P: ¿Cómo cambia la relación que uno tiene con la muerte cuando te diagnostican un cáncer?

GM: Siempre he pensado en ella, pero piensas más. De joven me planteaba que me gustaría morir con los deberes hechos. Creo que ahora podría morirme en paz. He cumplido y he superado todos los sueños que podría haber tenido jamás, pero también es cierto que me gustaría seguir viviendo, pero no por pasarlo bien o por viajar sino para disfrutar de una fantástica familia que he tenido la suerte de poder tener. Ver a nuestros hijos y a nuestros nietos crecer es un placer. Ahora bien, también tengo muy claro que no quiero malvivir. No solo por mi sino por todos los que me rodean. Vi morir a mi padre joven. Enfermó de Alzheimer con 64 años y terminó a los 69 años consumido. Fue degradándose de tal manera que no nos conocía… Aquella vida no la quiero ni para él ni para nadie.

Y respecto a la muerte en si, soy incapaz de pensar más allá. Te mueres y no sé qué hay más allá. A veces hablo con mi mujer sobre que quizá nos volvamos a reencontrar todos con Alex, que murió a los tres años; con mi padre, al que quería mucho… pero la cabeza no me llega para tanto. Espero que sea así y que sea bueno.

P: Me decías que durante la pandemia cada persona demostró cómo es. ¿sucede también ante la enfermedad?

GM: La enfermedad agudiza tus cualidades y tu forma de ser. Era muy emocional y ahora me he emocionado muchísimas más veces en estos cuatro meses ‘toreando’ al cáncer. También me ha estimulado a ser persistente y a coger el toro por los cuernos y lucharlo para enfrentar la enfermedad de la mejor manera que sé, más allá de lo que puedan hacer los profesionales con su tecnología y los fármacos. Tengo que poner de mi parte. He sido siempre un luchador. Quien no nos conoce piensa que nos ha ido siempre la vida viento en popa, pero no ha sido así. Hemos tenido que luchar mucho ante las adversidades y hemos salido adelante y en este caso está siendo igual.

P: ¿Para qué sirve una sesión de quimioterapia más allá de lo puramente curativo?

GM: Una sesión de quimioterapia es un acto de confianza y de fe en los profesionales. No me he metido en internet a mirar nada en ningún momento. Los profesionales me han informado con detalle y he decidido no buscar más allá. Cada vez que he tenido algún síntoma distinto, lo consultaba con ellos y me han dado soluciones y no me he metido en berenjenales porque hoy en día demasiada información termina dañando.

En el momento en que entras en esta dinámica, entras en una especie de cárcel, que es el mundo cáncer. Ves cáncer en todos los lados. El tumor me provocó un coágulo grande en los pulmones que me pudo causar un ictus o una muerte súbita y me tenía que pinchar heparina cada 12 horas. Todo era cáncer alrededor y debes saber gestionarlo. Busqué fórmulas para salir de esta espiral. Leyendo, viendo documentales que me animaban y me distraían. Creo que lo hice con éxito y pude surfear la ansiedad que te produce saber que tienes una enfermedad que no es nada fácil de curar.

P: ¿Qué ve Gabriel Masfurroll cuando mira a sus nietos y juega con ellos?

GM: Verlos crecer y compartir cosas con ellos es una de las cosas más maravillosas que me han pasado en la vida. Ejercemos mucho de abuelos mi mujer y yo y lo hacemos muy a gusto tanto en los buenos como en los malos momentos. Es precioso compartir con ellos cuando preguntan y van descubriendo el mundo. Parte de mi estado anímico es gracias a mis nietos, que me dan vida. Son el tesoro más preciado que puedo tener.

P: Descubrir el mundo junto a los niños es una maravilla

GM: Has de saber evolucionar con ellos, agarrarte a lo que les interesa y que te vean como alguien que les puede aportar algo.

P: Definiste el COVID como “una cura de humildad importante”, ¿cómo defines el cáncer?

GM: Los seres humanos sufrimos curas de humildad que olvidamos rápidamente. Las memorias históricas desparecen. Eso no es malo porque en caso contrario viviríamos amargados, pero hay que encontrar el término medio. No somos conscientes de los frágiles que somos. Pesamos que nunca nos va a tocar pero, de una u otra manera, nos toca. El COVID lo fue y no hemos aprendido nada. Si hubiéramos aprendido del COVID, no viviríamos en un mundo tan convulso, tan frágil en todas las sociedades… Me parece trágico. Es una muestra palpable de que no hemos aprendido absolutamente nada. Destinamos miles de millones a sanar, a investigar y a curar y, por otro lado, invertimos millonadas en armamento para las guerras. Salvamos con una mano y matamos con la otra y esto es terrible.

P: Es importante el storytelling frente a una enfermedad cómo el cáncer. ¿El relato puede animar, motivar o desanimar?

GM: Se trata de que el tumor y sus efectos desaparezcan. El cáncer es una enfermedad muy prevalente en la humanidad; cada vez más. Lo que sí es cierto es que tenemos que aprender a vivir sanos, a vivir bien y no ayudar a que el cáncer aparezca o se reproduzca. Hay que seguir cuidándose, pero todo depende de la estima que te tengas.

El relato me motiva, me ayuda porque, de alguna manera, hago mi propia catarsis. En mi caso, como soy alguien más o menos conocido me ayuda a evitar rumores. Lo cuento yo y es de primera mano. A la vez, debe ayudar a desestigmatizar el cáncer. Hoy se curan muchos. Hay que perderle el miedo y ayudar a tus médicos a recuperarte. Hay gente que se asusta, se esconde o lo pasa muy mal y esto ni es bueno.

Todo esto son herramientas que el ser humano debe utilizar para mejorar y no en sentido contrario.

P: ¿La enfermedad te redescubre a las personas?

GM: Es brutal. Aún hoy sigo recibiendo mensajes de gente de la que hacía años y años que no sabía nada de ellos. Me escriben para darme ánimos y es una de las cosas más bonitas que me ha pasado. Es impresionante. Se lo enseño a mi familia y alucinan. Ellos mismos también reciben recuerdos para mi.

P: Pero el de Leo Messi te llegó directamente

GM: Messi es excepcional, le quiero mucho. Lo conozco desde los 12 años, cuando llegó, y su familia es muy amiga

Cuando me detectaron el cáncer, Rodrigo Messi me trajo una réplica de la copa del mundo y me dijo que sería la copa que ganaré cuando venza al cáncer. Eso me emocionó muchísimo y la tengo en la cabecera de la cama.

Anterior
Anterior

SONIA RUIZ | “El rumor es el primer indicio de que una comunicación interna falla”

Siguiente
Siguiente

CARMEN ALSINA | “Aunque queda camino por recorrer, se va acortando la brecha en el desarrollo de las carreras profesionales de hombres y mujeres”