ANTONIO LARGO | “Debemos tomar las cosas positivas que tiene la transformación digital para mejorar la calidad de nuestra docencia”

Antonio Largo está acostumbrado a apuntar alto y mirar lejos. Lo demostró en las aulas al graduarse en Ciencias Químicas con los mayores honores (premio extraordinario de licenciatura y premio al mejor expediente de la Facultad de Ciencias), y también lo hizo al especializarse en Química Física, Química Computacional y Química Interestelar. La mirada alta, muy alta.

Aquel científico de postín que construía una brillante y prolífica carrera docente e investigadora mientras, pasito a pasito, asumía responsabilidades, primero en su Facultad y más tarde en su universidad, seguía girando la cabeza por encima del horizonte y mirando tan arriba que un día, en 2018, alcanzó el sueño de convertirse en rector. Como los buenos investigadores, conscientes de la importancia del trabajo en equipo, el rector Antonio Largo se propuso llevar más alto y más lejos su modelo universitario valiéndose de la ayuda de la comunidad. Logrando que todos se sientan importantes, que paladeen ese mismo orgullo de pertenencia que a él le llevó al Rectorado. Porque tienes que querer mucho a tu Alma Mater para ponerte en lo más alto, incluso aunque sea un lugar para el que estás predestindado.

Como esos cohetes que hacen posible probar en su hábitat la modelización computacional de procesos de síntesis de biomoléculas en el medio interestelar, uno de los proyectos que lidera el líder de la UVa, siempre se puede ir más alto; llegar más lejos. el rector se atrevió a explorar nuevos confines y en 2022 revalidó la confianza de una Universidad, algo que sus tres últimos predecesores no habían conseguido.

La Universidad de Valladolid ha encontrado en él un referente. La institución es hoy el reflejo de un hombre que proyecta, integra, trabaja y cumple. El perpetuador de un método que ha hecha suya, modernizándola, una antigua e infalible máxima: pasito corto, mirada Largo. Y en ello sigue.

PUENTIA: ¿Cómo cambia la mirada de un rector ante la perspectiva de un segundo mandato?

ANTONIO LARGO: Me lo planteo de la misma manera que el primero: buscar consensos, trabajar para las personas y para la sociedad, involucrando al mayor número de personas en este proyecto. Todo el que quiera sumar es bienvenido a él, con un espíritu muy parecido al del primer mandato, con la tranquilidad de que al finalizar uno ha cumplido.

Siempre uno se imagina que va a tener un margen de maniobra mayor, pero luego, al final, yo me lo he planteado de una forma similar a un primer mandato. Lo que me preocupa más son las circunstancias externas, que nos condicionan mucho: la crisis energética que tenemos. En el primer mandato viví la pandemia, eso está superado, pero ahora la situación económica es muy preocupante. Nos condiciona mucho los presupuestos, los proyectos que teníamos los tenemos que ralentizar y ponerlos a otra marcha. En la Universidad pública, con el sistema que tenemos, lo que tenemos que intentar es hacer copartícipes a toda la comunidad universitaria. La gestión universitaria no es cuestión de unas personas que estén en un equipo de gobierno en un momento determinado; ellas tienen la máxima responsabilidad, lógicamente, y tienen que tirar del carro, pero si no se hace copartícipe a la comunidad universitaria, no va a llegar a ningún sitio la gestión que hagamos.

P: Las universidades son un magnífico campo de trabajo para la gestión del talento y el liderazgo, ¿qué tipo de líder ha de ser un rector?

AL: No me atrevo a decirlo yo, pero sí que creo que lo que hay que tener es un proyecto claro, saber hacia dónde quieres llevar a tu universidad, saber elegir un equipo de trabajo que sea adecuado, competente, que conozca bien la universidad y se alinee con tu proyecto y, sobre todo, lo más importante es intentar involucrar a la mayor parte de la comunidad universitaria posible. Creo en el trabajo colaborativo. Los liderazgos están muy bien, pero los liderazgos efectivos son capaces de involucrar al resto de la comunidad. Yo me lo planteo así; configuro un equipo e intento involucrar a la comunidad universitaria.

P: Cómo trabaja la UVa para evitar el éxodo de estudiantes, ¿en qué se ha reforzado para ser más atractiva y qué retos ha de afrontar a corto plazo en esta línea?

AL: La fuga de jóvenes se puede producir en dos niveles: antes de la universidad y después. En cuanto al trabajo para que se queden a estudiar en la UVa o vengan desde fuera, lo que hemos intentado en estos años -y en esa línea vamos a continuar-, es fortalecer nuestra oferta académica, los grados que ofertamos, que complementen a lo que ya tenemos y a lo que tienen otras universidades, para que los estudiantes de Castilla y León puedan estudiar lo que quieran en la Universidad de Valladolid. Hemos implantado seis nuevos grados en los últimos años: Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en Soria, Ingeniería Biomédica, Biomedicina, Relaciones Internacionales, etc. Es decir, un conjunto de oferta académica que está teniendo, en general, un éxito bastante importante. La mayoría de estos títulos que he mencionado son de los más demandados en la Uva y tienen una capacidad de retención de jóvenes de Castilla y León y también de otros que vienen de comunidades limítrofes. También en una dimensión internacional vamos incrementando nuestra oferta formativa en otros idiomas, tanto a nivel de grado con los semestres internacionales como en los másteres, donde también vamos aumentando la oferta en otros idiomas.

El segundo nivel ya trasciende la labor que puede hacer la Universidad de Valladolid, pero colaboramos en lo que podemos. Una vez que se han formado en nuestras universidades, tratamos de que no tengan que irse a otros sitios a trabajar. Ahí estamos trabajando, en colaboración con otras instituciones, en una fuerte formación práctica a la que damos mucha importancia. Tenemos convenios con miles de empresas e instituciones, de tal manera que cada año unos 4.000 estudiantes de la UVa realizan prácticas en empresas y eso es muy bueno para ellos porque les pone en contacto con el mundo laboral, las empresas les van conociendo y es una vía que nosotros potenciamos mucho. También les acompañamos después en la inserción laboral. A través de nuestra Fundación General ofrecemos prácticas para titulados y ponemos en contacto los currículos de los estudiantes con las necesidades que demandan las empresas. Nuestra Fundación General está reconocida por el Ministerio de Trabajo como agencia de colocación. Y también hemos colaborado en lo que hemos podido para convencer a empresas importantes como PwC de que la Universidad de Valladolid es un generador de egresados con un perfil muy bueno para sus intereses.

Es una Universidad además muy bien posicionada en movilidad de estudiantes. Tenemos un sistema Erasmus muy potente y eso también complementa para acceder al sistema laboral. Debemos generar un mejor ecosistema para que se oferte empleo de calidad y nuestros egresados pueda hacer una carrera profesional exitosa en Castilla y León. Percibimos que el mundo empresarial está muy interesado, y hay que agradecer a los agentes socioeconómicos que trabajen también en esa línea. Entre todos, trabajando el sector púbico y el sector privado, tenemos que generar ese ecosistema favorable que poco a poco se está consiguiendo, aunque, lógicamente, queda mucho por trabajar.

P: ¿Cómo va a cambiar la universidad española la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU)?

AL: Es un poco decepcionante desde mi punto de vista porque no es la ley que necesita el sistema universitario español para darle un impulso y posicionarlo en Europa. Tiene algunas cosas buenas, obviamente, pero no es suficiente. Nos introduce a las universidades un conjunto de modificaciones normativas, de ajustes de estructura y, sin embargo, nos da poco beneficio. Nos va suponer un coste organizativo y de gestión importante, pero, a mi juicio, no nos soluciona algunos de los problemas fundamentales. Nos quedamos a medio camino.

P: Da la sensación de que para muchos rectores españoles esta nueva legislación es una oportunidad perdida.

AL: Sí, sí, así lo vivimos. Había unas expectativas antes de empezar el proceso. En el periodo Castells no nos gustó nada cómo se enfocaba el tema, era muy invasivo, y este proyecto, sin duda mejora el de Castells, pero no es el que necesita la Universidad española en este momento. Es una oportunidad perdida, lo vivimos así, pero como siempre hacemos en la universidad, nos amoldaremos al marco normativo y trataremos de ser lo más eficientes y positivos para servir a la sociedad. Jugaremos con el marco normativo que nos fijen y lo intentaremos hacer lo mejor posible.

P: “Debemos esforzarnos y trabajar por que el sistema de universidades públicas de Castilla y León sea fuerte, pujante, atractivo y complementario”. Son palabras suyas. ¿Qué se debe hacer para reforzar esa visión de conjunto del sistema de Castilla y León?

AL: Tenemos que trabajar conjuntamente. Lo hacemos, pero tenemos que tener una visión de medio-largo plazo para fortalecernos, no competir tanto entre las universidades públicas, sino tratar de ser complementarias; buscar un futuro conjunto que potencie nuestro sistema. Ahora, en la situación de la que partimos, teniendo en cuenta la financiación con la que contamos, es razonablemente bueno el sistema universitario público de Castilla y León. La calidad formativa es muy buena, debemos buscar un conjunto de titulaciones que sea suficiente para atender a las necesidades de Castilla y León, que sea también atractivo para estudiantes de otras comunidades autónomas y también atractivo en el contexto internacional; que estudiantes de otros países perciban venir a estudiar a este sistema público como una garantía de calidad.

Debemos trabajar en ese sentido y eso requiere una financiación adecuada. Parece que siempre estamos pidiendo los rectores de las universidades, pero una de las cuestiones que señala la propia LOSU es la infrafinanciación del sistema universitairo español y el compromiso de incrementarlo en el futuro. Nosotros esperábamos que la ley introdujera una memoria económica, que eso se tradujera en que las comunidades autónomas tuvieran una mayor disponibilidad para financiar sus universidades y, en concreto en Castilla y León, buenas universidades públicas, pero requieren una financiación para seguir trabajando hacia la excelencia y servir mejor a la sociedad.

P: La descentralización de las competencias educativas suele hacer saltar cada año la misma alerta, la de la EBAU, ¿qué soluciones propone para que, pese a las diferencias, sea lo más homogénea posible?

AL: Esto lo hemos debatido en el seno de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). Parece que no se va a imponer una EBAU única, que parece lo razonable si tenemos un distrito universitario común. Deberíamos tener un sistema que controle ese acceso de manera común. Eso es lo que dicta la lógica, pero, ya que eso políticamente no parece viable, al menos se debe trabajar hacia una homogeneización, de tal manera que no haya agravios comparativos ni diferencias esenciales en el tratamiento de los estudiantes dependiendo de dónde hayan estudiado el bachillerato.

Sabemos que es complicado, pero, desde luego, hay que trabajarlo para mejorar el sistema actual y que los estudiantes de Castilla y León no se sientan agraviados como puede percibirse actualmente. Es necesario trabajar en una homogeneización de criterios. Que los criterios que se utilizan para los exámenes, por ejemplo, de Historia de España o de Lengua Extranjera sean lo más homogéneos posibles entre las distintas comunidades, tanto en los contenidos como en los criterios de corrección. Partiendo de la base de que sería partidario de una EBAU única, si no es así, que haya una comisión que trabaje para esa homogeneización.

P: Desde la pandemia, multitud de procesos de transformación digital se han acelerado en el ámbito empresarial y eso ha propiciado que la sociedad le dé a la innovación una relevancia que quizá antes se pasaba por alto. ¿Cómo puede ese impulso reputacional repercutir en la formación de base y en que se destinen mayores recursos a la investigación en la universidad?

AL: El reto es que repercuta positivamente. La Universidad siempre ha incorporado los avances tecnológicos acompasados con la innovación docente. Tenemos un vicerrectorado de Innovación Docente y Transformación Digital porque queremos ir acompasando los avances tecnológicos para una mejora en la calidad docente. Somos una universidad presencial y no vamos a renunciar a nuestra esencia, porque creemos además en la calidad formativa de la formación presencial, pero es indudable que la innovación tecnológica nos aporta unas herramientas que pueden ser muy ventajosas y que pueden repercutir muy positivamente. Estamos trabajando en ello, lideramos proyectos con otras universidades a nivel nacional, como la transformación de campus virtuales, por ejemplo, y vamos acompasándolo con la innovación docente, que es otra característica muy importante en nuestra universidad. Tenemos en torno a 130 proyectos de innovación docente que influyen en la calidad de la docencia en el aula y los estudiantes se benefician de ello. Es un reto en el que debemos continuar. Se trata de aprovechar el impulso que nos dio la pandemia de manera positiva. Debemos hacer de la necesidad virtud y tomar las cosas positivas que tiene la transformación digital para mejorar la calidad de nuestra docencia.

P: Si hablamos de buena reputación, la de la Facultad de Medicina de la UVa, la más antigua de España, es innegable y los resultados así lo refrendan año tras año. ¿cómo se logra mantener cada curso ese prestigio y ese nivel?

AL: Es algo que objetivamente se mide después en los resultados del examen MIR – que, por cierto, es único para toda España. Sí que se puede hacer un examen único aunque la formación sea diferente-. Nuestra Facultad de Medicina obtiene unos resultados muy buenos, por delante de otras universidades de nuestro entorno. Se consigue gracias al esfuerzo y dedicación de nuestra plantilla docente, de nuestros profesores, que hacen una magnífica labor cada día en el aula. En el ámbito de la Medicina nos cuesta mucho tener profesionales por las dificultades que se les ponen para su acreditación. Estamos trabajando en la vinculación de profesores que tenemos en los hospitales y en los centros de salud. Es algo que nos cuesta mucho esfuerzo, pero afortunadamente contamos con profesionales de primer nivel, también de unos técnicos que apoyan esa docencia y con unos recursos materiales como las aulas de simulación que dan muy buen resultado.

P: La UVa es referente de sostenibilidad en el ecosistema universitario español ¿cómo lo ha logrado y cómo se trabaja en una institución de estas características para hacer frente a cargas como la del gasto energético?

AL: Los cuatro campus introducen un factor adicional de complejidad, pero se ha trabajado muy bien en este ámbito por parte de los distintos equipos rectorales. Es un mérito de todos los equipos en su conjunto. Es una seña de identidad de la Uva que se ha conseguido gracias al trabajo de todos. Además, disponemos de unos técnicos en la unidad técnica de arquitectura, en el servicio de mantenimiento y en la oficina de calidad ambiental que son de primer nivel y que son los que de verdad hacen que seamos referencia en el sistema universitario español como apuesta por la sostenibilidad.

Hemos conseguido tener una red de calor pública de primer nivel en el campus de Valladolid, probablemente la más fuerte a nivel nacional. Una red pública que nos abastece a través de una caldera de biomasa a la mayoría de los edificios de la UVa y también damos servicios al Hospital Clínico Universitario y a otras dependencias de la Junta de Castilla y León. Aquí hemos trabajado muy bien con la Junta a través de Somacyl, se ha trabajado colaborativamente. Solo nos quedan algunos centros por incorporar. Y lo hemos hecho también en el campus de Soria y en el campus de Palencia. Únicamente nos falta el campus de Segovia por incorporar a una red de calor por biomasa que nos proporciona energía que proviene de nuestros recursos naturales y que económicamente es más favorable. Ahora nos queda el problema de la electricidad. Dentro del plan de actuación aprobado en Consejo de Gobierno iremos dotando a la Universidad de Valladolid, en un horizonte de cuatro años, de infraestructuras de energía fotovoltaica en sus propias dependencias para ir incrementando el autoconsumo de energía eléctrica a través de nuestros propios recursos. Esto requiere una inversión importante que vamos a hacer progresivamente, también buscando posibilidades de financiación, y que esperemos que en el futuro nos posicione de manera similar en autoconsumo. El objetivo es llegar a un 25 % de autoconsumo de energía eléctrica, que nos supondrá un ahorro importante. Todos los equipos de gobierno trabajamos no solo para nuestro mandato, sino para el futuro de la Universidad.

P: ¿Comunican bien las universidades?

AL: Tenemos mucho que aprender, intentamos hacerlo, hemos mejorado mucho y cada día comunicamos un poco mejor. Pero es un campo en el que tenemos que trabajar y aprender de los profesionales. En la UVa se hace una muy buena labor, tanto de comunicación interna como de comunicación externa, tenemos un muy buen gabinete de comunicación que se involucra cada día para estar cercanos a la realidad de la comunidad universitaria, de los profesores, de los investigadores, de los estudiantes. Es un mundo cada vez más complejo porque también las formas de comunicar van cambiando día a día. ¿Quién nos iba a decir hace unos años la importancia que iban a tener las redes sociales? La Universidad no es perfecta y tenemos que aprender, pero se hace una muy buena labor y cada vez se comunica mejor. Yo estoy muy agradecido y muy contento con el Gabinete de Comunicación y con la Unidad de Cultura Científica. Hacen una labor estupenda.


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